Recibiendo la Palabra y el Espíritu
Es verdad que un buen libro, claro conciso y directo debería contener un argumento central que domina principalmente el tema de este. En el presente capítulo deseo presentar quizás lo que veo como mi argumento central, no sin antes preparar el contexto de este. En reiteradas ocasiones he escuchado un argumento que para algunos soluciona todas las incongruencias en la posición de la intercesión directa del Espíritu Santo en la conversión y salvación del hombre. El argumento va más o menos así: “Si usted afirma, que la suficiencia del hombre se completa solamente en la palabra, entonces quiere decir que el Espíritu es la palabra”. El mismo hermano Oscar ficticiamente mencionado en el capítulo anterior argumentó lo mismo pero en distintas palabras, más bien a modo de ejemplo, el dijo: –Heiner, si un borracho toma la Biblia y comienza a leer, de acuerdo con su posición, él tiene al Espíritu.
No puedo recordar con exactitud cuál fue mi respuesta en el momento, pero por claro está que nunca tal cosa ha estado en mi mente, ni tampoco estoy de acuerdo con tal razonamiento. Un argumento de la misma raíz un poco más elaborado lee de forma distinta, y creo que es un poco más interesante al punto que reconozco me hizo pensar un poco su validez al estar mejor elaborado pero no del todo cierto.
El esfuerzo ha sido hecho para conectar Hechos 2:38 con el versículo 41 que lee: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados…” y se nos dice entonces que sí recibir la palabra es recibir el Espíritu, entonces ellos recibieron el Espíritu antes de ser bautizados… ¡Bingo!, nadie que sea honesto sostendría tal cosa y el elocuente argumento, sostiene en alto la habitación o influencia directa del Espíritu Santo en el corazón del hombre.
Creo que hay mucho que puede deducirse y con lo que podemos tratar, pero mi deseo desde el inicio es no dar tantas vueltas y lidiar de “frente” con los asuntos realmente importantes sobre el tema.
1. La palabra en el v.41 “recibieron” en el original es ἀποδέχομαι (apodechomai) significa dar la bienvenida, pero la palabra del v.38 “recibiréis” es λαμβάνω (lambáno) que significa: adquirir, tomar, sujetar. Como usted podrá ver el original en dos palabras diferentes completamente la una de la otra quiera la relación que cualquier exégeta desee construir como en el argumento presentado anteriormente.
2. Ejemplificado de otra forma, en Lc.8:40 la gente “recibió” a Jesús, es decir le dieron la bienvenida, misma palabra de Hechos 2:41. Mientras que en Gálatas 3:2 los gálatas “recibieron” el Espíritu al escuchar con fe la palabra, esa es la misma palabra de Hechos 2:38, lambáno. Por supuesto, la palabra no es el Espíritu Santo, pero es el medio por el que el Espíritu opera y habita entre nosotros.
3. Por supuesto que el borracho no tiene al Espíritu Santo, nadie lo tiene, pues él es Dios. Pero si ese borracho aplica lo que dice Ef.5:17-19 sobre no embriagarse con vino donde hay disolución, él entonces estará permitiendo que el Espíritu Santo influencie su vida (habite) a través de la palabra escrita, que es único medio por el cuál es Espíritu Santo obra en nuestros días.
Más adelante discutiremos de forma más extensa Hechos 2:38. Por ahora basta decir que ninguno de nosotros de esta convicción cree que el Espíritu Santo sea un libro, y que esté contenido en algunas páginas, como tampoco creemos que esté contenido en el cuerpo físico de los creyentes. Es para mí difícil de imaginar al Espíritu dentro de nosotros los hombres (ejemplo) quienes vemos a una mujer por ahí, la mente inmediatamente peca (el hermano que diga que él no, me gustaría conocerle en persona) ¿Qué hace el Espíritu dentro de nosotros cuando eso pasa? ¿Vuelve a ver para otra parte? Está en nuestros cuerpos desde el momento de nuestro bautismo (según afirman algunos). Creo que ninguna explicación elaborada resolverá la controversia satisfactoriamente.
En Juan 14:16 Cristo dijo: “…enviaré otro consolador…”, el Señor regresaría al cielo y una vez allá enviaría a otro consolador. Considero acertado pensar que la habitación presencial del Santo Espíritu previamente en cuestiones geográficas estaba en el cielo. Tal como el Padre y el Hijo. Jesús enviaría desde el cielo al Espíritu, él haría su trabajo y luego regresaría a su habitación eterna.
El Apocalipsis es un libro altamente simbólico y desde el capítulo 1 podemos observar eso, pero también las claves para interpretarlo. En Apocalipsis 1:4 los “siete Espíritus”, es una mención figurativa al Espíritu Santo. El número siete indica perfección y siempre en este libro está relacionado a la naturaleza de Dios. Interesantemente el texto reconoce el lugar donde se encuentra el Espíritu… “delante del trono”.
La tercera persona de la Deidad no se encuentra errante en el aire esperando a que alguien se bautice para entrar en su cuerpo. Recibimos la instrucción de la palabra, al ponerla en práctica en nuestras vidas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo ejercen su influencia o habitación mediante esta palabra escrita. Le damos la bienvenida al Espíritu cuando aplicamos su palabra pero no al revés.
Premisa Lógica
La idea de la iluminación sugiere que el individuo necesita orar cada vez que estudia la palabra para buscar iluminación. Si ese es el caso, entonces Juan Calvino estuvo en lo correcto al afirmar que el hombre es incapaz de entender la palabra de Dios por ser malo en la naturaleza y necesita ayuda divina para poder entender e incluso recordar. Si el individuo debe buscar la iluminación para entender la inspiración, ¿Cómo sabe que la iluminación no necesita agente para “iluminar, la iluminación de la inspiración”? Observa usted la incongruencia insostenible. ¿hasta donde llegaríamos?