¿REALMENTE CREO DIOS LAS PLANTAS ANTES DE CREAR EL SOL?


¿REALMENTE CREO DIOS LAS PLANTAS ANTES DE CREAR EL SOL?

Dios creó las plantas en el tercer día de la semana de la creación, el día antes de crear el sol. Pero ya había creado una fuente de luz el primer día que evidentemente cumplía muchos roles que el sol eventualmente cumpliría. Mi interés en este tema creció al tener una conversación con un “obispo” de la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días (mormones), quien cuando le pregunté respecto a los muchos errores en el libro de mormón su respuesta fue un ataque a la Biblia, particularmente con la pregunta del título de este artículo.  Se sabe que la mayoría de las personas que están en error responden mediante un ataque a otros, creando un “hombre de paja”, es decir un argumento débil para luego atacar y destruir con facilidad. Nada de lo que el “obispo” dijo ese día, respondía a la pregunta del ¿porqué tantos errores en el libro de Mormón, si es un libro inspirado?  La intención en esta ocasión es poder responder al cuestionamiento de forma concreta.

plantas de dios

¿REALMENTE CREO DIOS LAS PLANTAS ANTES DE CREAR EL SOL?

Primero,  si rechazamos la idea de que la luz primera no existía en relación con la nueva creación de Dios entonces las plantas estuvieron unas varías horas sin la existencia de la luz de sol. En Génesis 1:3 el texto declara que Dios mandó a luz a entrar en existencia. Entonces aún cuando no existía el sol existía la luz, la cual dependía directamente del Creador pues Él es luz, Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.” (1 Juan 1:5).

El relato de la creación ha sido desacreditado muchas veces, aludiendo a un relato no literal sino figurativo con un intervalo de millones de años entre día y día. La razón principal para rechazar el relato del Génesis 1 como literal es la teoría de que la tierra tiene millones de años en existencia, por lo cual 6 días literales quebraría la línea de pensamiento en un sector de la comunidad científica. Stephen  Hawking dice en su libro: “Breve respuestas a las grandes preguntas” que el universo comenzó en el Big Bang hace unos 13800 millones de años (página 103). Ciertamente este hombre ha logrado el apoyo de más de un centenar de científicos. Otros contemporáneos a Hawking han ido más allá afirmando que el universo no tuvo ningún comienzo, tales como; Lifshits y Khalatnikov. Mediante teoremas matemáticos Hawking junto a su amigo Roger Penrose lograron coincidir con la teoría de la relatividad de Einstein planteada varios años atrás con respecto al origen del universo pero sin éxito en una respuesta absoluta.  Las mentes más inteligentes se han unido en torno a la búsqueda de una respuesta con respecto al origen del universo y los detalles que le rodean. Parece que lo único que pueden construir  es una enorme cifra, para lo cual hasta alguien como yo que no soy científico, puedo hacer sin ninguna dificultad… “ mil millones de años” y “abra cadabra”…  Por esa razón el relato de un libro de fe es completamente desestimado por estas mentes “sabías”.

Resulta que tras una pequeña re búsqueda me doy cuenta de la inmensa sabiduría de Dios, en las palabras y cronología con las que el Espíritu Santo dirigió la pluma de Moisés en el Génesis 1. Aquello que para el “obispo” mormón es una contradicción, para mi es el alfiler con el que Dios estalla la burbuja de los mejores científicos que intentan desacreditar su santo libro. Apartando el hecho de que las plantas pudieron vivir de la luz irradiada por el Señor desde el día uno, existe otra explicación que es convincente.  Resulta que las plantas pueden vivir por varios días sin la exposición directa al sol, el proceso se llama etiolación. Esto es un proceso natural que ocurre en las plantas por la ausencia prolongada de luz en una zona específica o en la planta completa. Este fenómeno se basa en la pérdida parcial o total de los pigmentos clorofílicos en los tejidos de los tallos transformándolos en tejidos blanquecinos muy similares al de las raíces. Por eso podemos observar que algunas plantas se estiran. El proceso de etiolación también se manifiesta en plantas enteras o plántulas recién germinadas observándose crecimientos  desproporcionados del tallo principal en busca de luz; en dicho crecimiento los tallos se hacen más delgados y pierden pigmentación (la pigmentación la concentran hacia la región apical). Este fenómeno es utilizado en algunas ocasiones en la comida tradicional china (frijol chino) donde se germinan semillas en la oscuridad para que se etiolen las plántulas y luego ser consumidas.

Este simple hecho hace posible que las plantas creadas en el tercer día pudieran haber estado, si hubiese sido el caso, por algunos días en ausencia del sol. Lo que descarta por completo la teoría de millones de años entre un día y otro. Note cómo los científicos y críticos  deberían explicar cómo es que una planta pueda sobrevivir millones de años sin el sol. Por lo que Génesis 1 no puede estar refiriéndose sino a días literales de 24 horas cada uno.

Aparte de esto está el innegable hecho del uso de la palabra hebrea; yòm (día). Cada vez que usted revisa esa palabra en todo el libro verá que se usa siempre para referirse a un día ordinario (24 horas), por lo que no cabe duda que aquí el escritor la usa en el mismo contexto de día ordinario.

Si lo piensas bien, un Dios Creador infinito podría haber creado todo en poco tiempo. Entonces, ¿por qué tardó tanto como seis días? La respuesta se da en Éxodo 20:11. Aquí encontramos que Dios nos dice que deliberadamente tomó seis días y descansó por uno más como modelo para el hombre; de aquí es de donde viene la semana de siete días. La semana de siete días no tiene base para existir excepto en las Escrituras. Si uno cree que los días de la creación son largos períodos de tiempo o millones de años, entonces la semana pierde sentido.

El Filósofo y predicador del evangelio Thomas B. Warren señala en su libro: “¿Han probado los ateos que hay Dios?” lo siguiente:

Antes de la creación del hombre y del mundo, Dios, debido a que es omnisciente, tenía un plan. Este plan implicaba la creación de un ser (que tendría descendientes como él) que sería capaz de entrar en comunión con él, que sería capaz de convertirse en hijo de Dios, que (así) tendría que ser capaz de decidir libremente, para creerle, amarle con todo su corazón, someterse a él en obediencia, y a quien Dios podría amar y eventualmente glorificar. A la luz de la enseñanza de la Biblia, llegamos a la conclusión de que este es básicamente el único propósito que Dios tenía al crear el mundo. Debido a que Dios es infinito en conocimiento, previó (si tal es el lenguaje apropiado para referirse a Dios, que trasciende el tiempo) que para tener tal ser, ese ser (el hombre) tendría que vivir en un entorno ideal para el cumplimiento de este propósito. ¿Qué características tendría o debería tener un mundo así?

En Palabras del hermano Warren tenemos en esencia el origen del universo. No solo cómo fue su origen, sino también quién lo originó y para qué.  Creer en Dios como el creador y el relato de Génesis como hechos verídicos no es fe ciega, se trata de razonar correctamente. Personalmente creo en Dios, no por qué la Biblia lo diga y nada más, sino porque todos las evidencias alrededor de ella dictan que es la cosa más coherente que una pueda hacer.  Creer en millones de años, y que de repente gases, tierra espacial y una explosión dieron origen al tipo de vida tan compleja y de diseño inteligente no suena tan lógico. Por el contrario una convicción  en un ser supremo, inteligente, con el poder suficiente para planear y crear vida, siendo él mismo el origen de la vida suena mucho más convincente y defendible. Espero en Dios que en vez de ser “relevantes”, busquemos ser coherentes con la evidencia irrefutable esparcida en la Biblia, el mundo entero y el cosmos, de que el Dios verdadero, es el Creador único y absoluto de todo lo existente.

Referencias.

Hawking, Stephen. (2018). Breve respuestas a las grandes preguntas. (pág.103). Ciudad de

México. Editorial Crítica.

Warren, T. B. (1972). ¿Han probado los ateos que no hay Dios? (págs. 44–45). Ramer, TN:Prensa Nacional Cristiana.         

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