LA BLASFEMIA CONTRA EL ESPÍRITU SANTO
Un artículo al cual tuve acceso a manera de introducción decía que todos los pecados pueden ser perdonados, incluidos los pecados capitales, pero que existe uno el cual Dios no perdona. Esta noción parece estar muy presente en un sin número de personas que de alguna manera vaga recuerdan la mención del Señor Jesús en cuanto al tema.
Las dos ocasiones donde aparece esta mención se encuentran en Marcos 3:22-30, en Mateo 12:22-32 y en Lucas 11. Los tres pasajes parecen recoger el mismo evento. Considero que podría acabar la explicación en dos o tres líneas y ser breve o simplista. Pero el tema en sí, ha sido abordado y ampliamente discutido entre círculos evangélicos por lo que considero apropiado darle un poco más de tratamiento al asunto. Para ello observaremos la definición, lo que el texto no está diciendo y por último, el trasfondo y significado verdadero.
Definición
El sustantivo blasfemia, que en realidad es una transliteración del vocablo griego βλασφημία (blasphemía) aparece unas 19 veces en el N.T. Se compone de dos partes: “ya de blax, lento, estúpido, o, probablemente, de blaptõ, dañar, y phêmê, habla” (Vine). Literalmente, la idea es “habla lento, estúpido, o dañino”. Thayer dice que quiere decir “calumnia . . . habla perjudicial al buen nombre del otro”. Este sustantivo aparece en Mateo 12:31 y Marcos 3:28.
El verbo blasfemar viene de la palabra griega blaspheméo “difamar o injuriar, se usa (a), de una manera general, de cualquier forma de hablar injuriosa, ultrajante, calumniante . . . (b) de aquellos que hablan despreciativamente de Dios o de lo sagrado” (Vine). Este verbo se usa en Marcos 3:28-29 y Lucas 12:10.
Observamos pues que blasfemar contra el Espíritu Santo es decir calumniar, o afirmar una mentira sobre su persona o trabajo no tendría perdón ni en ese siglo ni en el venidero. Pero tanto el Espíritu como el Señor Jesús son deidad ¿Por qué entonces parece ser mucho más severo el castigo de la blasfemia hacia el Santo Espíritu que hacia el Salvador?
Lo que la Blasfemia contra el Espíritu No es.
Siempre he recalcado a los estudiantes a quienes he tenido la dicha de cooperar en su formación como ministros, que el antídoto para la falsa doctrina son tres cosas: primero contexto, segundo el contexto y tercero el contexto. De forma ligera he escuchado afirmaciones sobre lo que es la blasfemia contra el Espíritu que definidamente están fuera del contexto. De una larga lista solamente tenemos tiempo para mencionar 3 de esas ideas erradas. Considere:
1. “Blasfemar contra el Espíritu es hablar mal de la Biblia”. Los 69 libros inspirados por Dios, mediante su Santo Espíritu que movió a los santos hombres de Dios para escribirlo, ha sufrido ataques desde siempre. En el 303 d.C Diocleciano ordenó que todos los libros cristianos fueran quemados. Él no fue el único con fuego en mano, cientos de años antes, el rey Joacim quemó el rollo con las palabras que había escrito Baruc por boca de Jeremías y el Señor instruye a su profeta a volver a escribir esas palabras. Este recuento lo encontramos en Jeremías 36. Hablar mal de la Biblia o peor aún, intentar desaparecer las santas palabras de Dios es sin lugar a duda algo terrible, aunque imposible de lograr. Pero ¿Qué tiene que ver esto con el contexto de lo que está sucediendo en Marcos 3 o Mateo 12? Absolutamente nada.
2. “Blasfemar contra el Espíritu es rechazar el evangelio” Algunos alcanzan esta conclusión mediante un hilo de razonamiento que no es del todo fuerte. Ellos piensan que el evangelio es lo más importante en todo el plan redentor de Dios y que rechazarlo hoy es el equivalente a rechazar toda la obra del Espíritu y por lo tanto, el individuo es culpable de la blasfemia contra el Espíritu. Deseo hacer hincapié en la importancia de las definiciones, pues “rechazar” no es igual a injuriar o difamar. Por lo que esta idea no se sostiene. Los filósofos Irving M. Copy & Carl Cohen en su magnífica obra titulada “Introducción a la Lógica” en la segunda página establecen que las proposiciones son bloques de construcción de nuestro razonamiento. Una proposición afirma que algo es el caso o algo no lo es, porque solamente existen proposiciones falsas o verdaderas (hasta aquí la referencia anteriormente citada). No estoy del todo seguro que la afirmación en el enunciado n.2 cumpla con los estándares de las proposiciones, pero si lo es, definitivamente ha quedado demostrado que es falsa.
3. “Blasfemar contra el Espíritu es ser ateo”. El sufijo “a” en griego significa “sin” y “teos” es la transliteración para “Dios”, por lo que “ateo” literalmente significa “sin Dios”. ¿Por qué una persona que no tiene a Dios ni cree en Él, es culpable de cometer esta blasfemia?, parece que la interrogante construida alrededor de la definición no tiene sentido. Es verdad que los que no creen en Dios con sus vidas blasfeman y con sus palabras injurian al Ser más santo del cosmos. Solamente basta leer al biólogo Richard Dawkins, en su libro “el espejismo de Dios” publicado en español en su página 43 donde se refiere a Dios como un “monstruo implacable”, para darse cuenta de que ellos, los ateos hablan mentira contra el Dios de la Biblia. La idea de ser ateo y blasfemar contra Dios es como comer un taco mexicano sin chile picante. Es decir siempre van de la mano y son inseparables ya que no existe un solo ateo que ame y hable bien de Dios a lo que el salmista tildó como necedad (Salmo.14:1) . Con todo, la cuestión es totalmente ajena a los pasajes que tenemos en consideración con respecto a la blasfemia contra el Espíritu Santo. Para los tres enunciados enlistados aquí la solución es la misma…contexto, contexto, contexto.
Lo que realmente es la blasfemia contra el Espíritu Santo en su contexto.
En el contexto el Señor Jesús había estado realizando tremendas señales. El texto en Marcos 3:22 lee: “Pero los escribas que habían venido de Jerusalén decían que tenía a Beelzebú, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios”. Por su parte el relato en Mateo 12:24 dice: “Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”. Al observar los dos relatos en paralelo notamos que ambos grupos (escribas y fariseos) estaban haciendo la misma acusación pública. Lucas añade que para tentarle otros pedían señal del cielo, alrededor de los mismos acontecimientos (Lc.11:16).
Hay varios factores en común a través de los relatos. Por ejemplo, encontramos que los escribas y fariseos asocian la obra de Jesús con satán. Esto a raíz de los inconfundibles milagros que había estado realizando. Pero también notamos que se respiraba un ambiente de presión hacía la persona del Señor Jesús. Es muy probable que la multitud estuviera maravillada y por eso hayan pedido señal del cielo. Creo personalmente que esta aclamación de la multitud debió de haber enfurecido a los religiosos por lo que tenían que replicar de una forma exageradamente horrible para “ensuciarle las aguas” a Jesucristo. Bajo este contexto, el Maestro emite una respuesta en el mismo nivel de gravedad que la acusación que se le achacaba. Habiendo clarificado el contexto, la blasfemia contra el Espíritu Santo realmente era.
1. Acusación falsa después de haber visto un milagro. Los milagros que se mencionan en el contexto eran señal evidente de que algo sobrenatural estaba sucediendo. En Juan 10:38 el Señor rogó a las multitudes que creyeran en él basados en la evidencia de las Señales que estaba realizando. Uno principal en la sinagoga llamado Nicodemo reconoció que para llevar a cabo esas señales Dios, necesariamente debía estar con él (Jn.3:2) indicando, incluso que no era el único entre los principales judíos que creían en él como enviado de Dios, cosa que se haría evidente más tarde cuando José de Arimatea, se une a Nicodemo públicamente para bajar el cuerpo del maestro. La acusación planteada de que él echaba fuera a los demonios por el príncipe de los demonios no tenía evidencia alguna que la sustentara. Para que la blasfemia contra el Espíritu sea llevada a cabo en nuestros días tal como está sucediendo en estos pasajes, necesariamente deben estar ocurriendo señales inconfundibles provenientes de Dios, en forma de milagros irrefutables. Esto, en nuestros días no va a suceder, ya que los milagros en el siglo primero sirvieron para un propósito específico y esto es confirmar al mensajero (Heb.2:4). No es que Dios no pueda obrar milagros, sino más bien que Él ya no trabaja de esta forma, pues el canon está completo y es el santo libro quien ahora testifica inequívocamente de las grandezas de Dios (Ap.22:18-19). No solamente hay que estar en presencia de un milagro…
2. Acusación falsa después de haber visto un milagro, por mano de la segunda persona de la deidad.
También se vuelve trascendental reunir esta segunda condición, y es la de estar delante de Dios hecho carne. Recuerde que, en el relato, tenemos a Dios hijo y Dios Espíritu Santo en consideración. Contra Jesús iban a blasfemar en el proceso de la crucifixión y aquella multitud que estuvo frente a Pilato acusando al Mesías y son ellos quienes más tarde serían perdonados y constituirán la base para el inicio de la gloriosa iglesia de Cristo tras el sermón de Pedro en Hechos 2. Pero mentir acerca del Espíritu Santo, y relacionarlo con el satán, era algo que no estaba contemplado en el plan redentor y que además socava la base del trabajo de Cristo y más tarde la base del trabajo de los apóstoles y escritores del nuevo testamento. Básicamente si el Espíritu estaba relacionado con el satán, entonces la Biblia no sería suficiente para la salvación y el evangelio no tendría efectividad en lo absoluto. Para cometer la blasfemia contra el Espíritu, uno debe de estar frente a la deidad misma y reunir las mismas condiciones que leemos en los pasajes, cosa que es imposible de realizar hoy.
3. Atribución del poder satánico a la obra del Espíritu en el ministerio de Jesús. Habiendo mencionado esto antes, brevemente deseo enfatizar. Las condiciones en el momento eran adversas y las aseveraciones muy graves. El hermano Maxie B. Boren y amigo personal acierta en su observación, él dice:
El contexto de Mateo 12:22ss. muestra claramente que este fue de hecho el pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo atribuyendo el milagro hecho por Jesús al poder del diablo. Jesús dijo que fue hecho “por el Espíritu de Dios’ (versículo 28) pero ellos (los fariseos—KB) dijeron que fue hecho por Beelzebub” (nd, p. 1). Está claro que la blasfemia contra el Espíritu era un pecado definido y singular, que podían cometer los fariseos durante la vida de Jesús.
En conclusión, la afirmación del Señor en cuanto a que ese pecado no tendría perdón ni este siglo ni en el venidero, estoy convencido que no es literal en sentido de 100 años como tal, sino más bien figurativamente establece que no hay periodo de tiempo alguno en el que ese pecado sea perdonado. En este sentido el escritor regular de la prensa Apologética nuestro hermano Kyle Butt señala con gran precisión:
En Marcos 10:30, el escritor del evangelio tiene a Jesús registrado usando la misma frase (“en la era venidera”) para referirse al tiempo en que los seguidores de Cristo heredarán “la vida eterna” (ver Lucas 18:30 para el pasaje paralelo). Esta es una clara referencia a la vida después de la muerte, ya que Pablo dijo que “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Corintios 15:50). En segundo lugar, el relato de Marcos sobre el pecado imperdonable describe el pecado como un “pecado eterno”. Los traductores de la New King James Version registraron que la persona que comete el pecado “nunca tiene perdón, sino que está sujeta a condenación eterna” (Marcos 3:29). El relato de Marcos, con su énfasis en la eternidad, muestra que la frase simplemente pretende subrayar el hecho de que este pecado “absolutamente nunca” será perdonado (Lenski, p. 484). Es incorrecto, entonces, usar la frase “en el siglo venidero” para referirse al purgatorio. También es tenue usar la frase para referirse a la era cristiana.
Quizás muchos hermanos fieles no estarán del todo en acuerdo con las razones que se proveen en este breve tratado, pero con absoluta claridad me permito afirmar que no existen las condiciones en nuestros días para ser culpable del pecado contra la blasfemia contra el Espíritu Santo. Y cada intento para ligar este pecado especifico a nuestros días es vano, fuera de lugar y sobre todo en total violación al respectivo contexto. Seguramente ninguno de nosotros desea ser identificado como irrespetuosos del texto sagrado sino más bien ser conocidos por nuestro trazo derecho de la palabra de Dios (2Tim.2:15). Para nuestros días no existe pecado alguno que Dios no perdone tras un verdadero arrepentimiento y que las aguas del bautismo no purifiquen (Ap.7:9)