LA TODA SUFICIENCIA DE LA PALABRA DE DIOS
Puedo abordar este tema de una manera filosófica, sin embargo, nos interesa la perspectiva bíblica con respecto a este tema. Es realmente preocupante notar como algunos no ven la palabra del Señor como suficiente y han recurrido a métodos de entretenimiento para llenar ese vacío. Actividades toman lugar cada año en donde el tema en discusión dejó de ser lo importante y los predicadores invitados ahora han pasado a ser “celebridades” casi llegando a ser el estándar para obtener el éxito en dichas actividades.
El deseo por relevancia y popularidad ha desplazado a la palabra de Dios y para mi ese es un ataque a la toda suficiencia de la palabra de Dios. He participado en actividades de Jóvenes donde la diversión se acaba en el momento que la Biblia entra en la escena. Es ridículo y anticuado cuando alguien cita la Biblia de memoria o trae a colación, libro capítulo y versículo porque la formación secular es mucho más relevante.
Otra área de preocupación es la del misticismo, ese enamoramiento por las fuerzas sobrenaturales influenciando al hombre para bien o para mal. En una búsqueda muy rápida por internet me encontré con un sin número de sitiosA que ofrecen “escuela de milagros” e incluso con un manual de milagros. En la página 78 y 79 del libro de texto de Milagros publicado por la fundación para la paz interior, traducido por María Wynn y Fernando Gómez, enumera unos 10 pasos invitar al Espíritu Santo. La gente está proclamando fórmulas para invocar al Espíritu, pero también levantan su voz para tener autoridad sobre el diablo, males, dolencias, enfermedades y desgracias con un tipo de “psico-poder” dado solamente a algunos cuantos consagrados. De alguna forma en nuestra sociedad el movimiento feminista ha ganado ventaja en gran manera dejando los estatutos de la Biblia en lugares como 1Cor 14 y 1 Tim 2 como machistas; fuera de lugar, anticuados y sobre todo insuficientes para la sociedad en la que vivimos.
Quizá el aspecto más preocupante sea el de la psicología. Los principios teológicos para lidiar con todo lo relacionado a las emociones han quedado atrás para trasladarse a la “tierra prometida” de la psicoterapia y la psicología. Con preocupación observo como la voz de Sigmund Freud resuena con más potencia que la voz de Pedro o Pablo e incluso Jesús mismo. Iglesias que antes contratan a predicadores del libro hoy están en busca de que su predicador sea versado en la psicología y la terapia preparado en las escuelas de sabiduría humana para resolver los problemas humanos modernos como la ansiedad y la depresión, patologías sofisticadas a las cuales la Biblia no puede responder adecuadamente, según ellos. Cada una de estas cosas constituyen ataques directos a la toda suficiencia de la palabra de Dios. No está demás mencionar que cada uno de estos aspectos es importante y no es que constituyen pecado, sino más bien la preocupación nace cuando la absoluta palabra de Dios es desplazada del primer lugar como suficiente en todos los aspectos de la vida del hombre para ser, prácticamente eliminada de la lista de recursos para el éxito del hombre. Antes de proseguir quisiera ser conciso al mencionar este término: El Humanismo, que tanto daño le está causando a la Iglesia del Señor.
Muy adecuadamente el hermano Dave Miller, en su libro Pilotando en el estrecho, lo siguiente:
¿De dónde se supone que surgió el énfasis dentro de las iglesias de Cristo sobre la Biblia, como la ley de un reino? ¡Obviamente, de la Biblia misma! ¿Cuántos libros del Nuevo Testamento representan una relación con Dios y con otros cristianos en términos de la metáfora del reino/rey/ley? ¡Todos menos tres de los veintisiete libros!7 De hecho, el Nuevo Testamento está repleto de alusiones a reinar, gobernar y juzgar, así como a la autoridad, majestad, trono, ley y señorío de Cristo. Está claro que Dios pretendía que los lectores del Nuevo Testamento tuvieran la idea de que el cristianismo debe ser concebido ¡como la relación entre un rey y su reino! Resistirse al énfasis en la Biblia como un “patrón” es igualmente inapropiado. Todo lo que los hermanos han querido decir con el uso de la palabra “patrón” es que los seres humanos están obligados a ir a la Biblia y aprender lo que Dios quiere que sepan y practiquen. Si la Biblia no es un “patrón” en este sentido, entonces la Biblia es completamente irrelevante cuando se trata de cómo las personas eligen vivir sus vidas. En consecuencia, nadie debería interrogar a nadie más, independientemente de lo que alguien crea o practique.[1]
Lo que el hermano Miller hace aquí es volver nuestra atención a la suficiencia de la palabra de Dios en nuestras vidas. Negar la suficiencia de las escrituras es pecado, por no mencionar lo arrogante que es pensar que exista algo en nuestras vidas lo cual se le escapó a Dios mencionar en su palabra. Es verdad que la cuestión aquí viene a ser la competencia. Observe lo que el apóstol Pablo escribió: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 3:5). La suficiencia de la que está hablando es la capacidad para vivir la vida sobre la tierra de forma completa y plena. Esa competencia que Pablo tenía provenía de Dios pues es él quien diseñó al hombre por lo que es conveniente que sea él quien provea todo lo que el ser humano necesite.
Luego es el apóstol Pedro quien habla de la suficiencia de la palabra de Dios en sus propias palabras él dice: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,” (2 Pedro 1:3). Note como Pedro dice que todas las cosas nos han sido dadas, no algunas cosas, ni tampoco solamente lo religioso, él dice todo. Si tan solo el mundo y los cristianos pudieran sumergirse en este santo libro entonces no habría ninguna otra necesidad que rellenar pues la palabra de Dios sería suficiente. Sobre este versículo el hermano James Coffman menciona lo siguiente en su comentario, con lo cual estoy en acuerdo:
El verdadero fundamento del conocimiento salvador está en Dios por medio de Cristo, quien concedió a los apóstoles pleno y completo conocimiento de todo lo que se refiere a la vida ya la piedad. La bendita promesa de Cristo de que el Espíritu Santo guiaría a los apóstoles a “toda la verdad” está ciertamente en el trasfondo de la declaración aquí. El significado de esto se ve en el hecho de que todas las supuestas “revelaciones” subsiguientes son relegadas al estado de no pertenecer a la vida y la piedad. El hecho mismo de que el conocimiento salvador entregado a través de los apóstoles sea completo (como también dijo Pablo en 2 Timoteo 3:17), niega efectivamente la necesidad de cualquier información subsiguiente relacionada con la vida y la piedad. A la luz de esta verdad, ¿qué debe pensarse de las afirmaciones de Mary Baker Eddy o Joseph Smith, o de cualquier otro que pretenda agregar algo a la palabra de Dios?[2]
El texto 2 Timoteo 3:17 es uno que trataremos de manera separada en este mismo capítulo. Me encanta como el hermano Coffman relaciona la declaración de Pedro con el tema central de este libro, que es la obra del Espíritu Santo en la conversión del hombre.
En Lucas 16 Cristo mismo ofrece una disertación monumental sobre la suficiencia de las escrituras. Aquel hombre rico clamaba que enviaran a alguien de entre los muertos para que sus hermanos no fueran también a ese lugar de tormento. La respuesta de Abraham fue, a Moisés y los profetas tienen a ellos oiganlos. Esta mención de Moisés y los profetas no es otra referencia más que a la palabra escrita de Dios hasta ese momento (El Antiguo testamento). Una tremenda campaña evangelista hubiera tomado lugar al escuchar a un muerto predicar al volver de la tumba. Sin embargo, aunque Dios tiene el poder para hacer eso, no se presta para los caprichos del hombre, sino que ha establecido un orden y en su infinita sabiduría ha investido la sagrada palabra escrita de ese magnífico poder celestial. Las palabras de ese rico son muy similares a lo que hoy escuchamos… si no hay milagros, manifestaciones, sanidades la gente no creerá… en él v.31 observamos la respuesta. Sino creen en las escrituras mucho menos creerán si alguien se levanta de los muertos y quien estaba contando la historia sería prueba viviente de eso. El lugar que ocupa la palabra de Dios está por encima de los milagros y las sanidades, la suficiencia de las escrituras es todo lo que el hombre necesita.
[1] Dave Miller PhD. Pilotando en el estrecho. La Forma de Escritura Pág. 88.
[2] James Burton Coffman. Comentario Bíblico sobre la Segunda carta de Pedro. Tomado del sitio en la internet studyligth.com