LA MUERTE EN LA VENTANA


LA MUERTE EN LA VENTANA

Recientemente observé en los pasillos de Walmart un libro; el titulado “La mujer en la ventana”. No tengo ni la más mínima idea de que trata el libro, sin embargo inmediatamente me hizo pensar en el profeta Jeremías y su pluma cuando dijo: “Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, para exterminar a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas.” (Jr.9:21).

Ventana mujer

LA MUERTE EN LA VENTANA

Jeremías era un hombre verdaderamente excepcional. Nadie más podía ser tan fuerte en carácter y tan amoroso al mismo tiempo para predicar tan claro y vivido a la gente de su tiempo más que él. Sin embargo, no importa lo que Jeremías podía hacer con Dios, sino lo que Dios podía hacer con Jeremías. Ninguna educación elevada, salud o Riqueza podía salvar al pueblo de Israel del merecido castigo de Dios. De hecho esas tres cosas son de lo más valorado y apreciado para el mundo en nuestros días. Dios no depende de dignatarios, presidente de una nación, productividad financiera, ejército o influencia política. Él se deleita en la Justicia, la gentileza, el amor de personas que conocen al Señor y obedecen en alguna nación. Dios había prometido prosperidad y bendición para la gente del pacto antiguo que le obedeciera.

Dios advierte a su pueblo y los llama a lamentarse porque pronto tendrían que estar presentes en un funeral en este caso su propio sepelio. La muerte estaba en la ventana y ningún poder político ni una compañía de profetas falsos podría detenerla. La muerte es ejemplificada aquí como un ladrón que sube por la ventana (ver diseño de casas en tiempos antiguos) lista para robar de esas vidas tan apreciadas. Los Judíos se jactaban de su pacto y la circuncisión pero era solo en la carne puesto que no habían alcanzado la circuncisión que es del corazón (4:4; Deut. 10:16; Hech.7:51; Rom. 2:25-29). La gente de hoy en día que depende del gobierno, familia, amigos y demás en vez de poner al Dios de la Gloria y sus estatutos se encuentran en la misma condición que aquellos en los tiempos de Jeremías. Todos cuantos están bajo la idea que la religiosidad, la Iglesia de mis padres o la tradición oral son suficientes para la salvación pueden quedar muy avergonzados. Incluso quienes hemos sido convertidos al Dios de la Biblia y añadidos a su Iglesia necesitamos entender que eso no nos exime de pecado y que Dios no está en deuda con nosotros. Nos alarmarnos y dolemos al escuchar la muerte de muchos de nuestros amigos cercanos o familiares. Realmente es de humanos dolerse, pero al mismo tiempo el cristiano no debe olvidar el terror de la muerte segunda, que es la separación eterna de Dios. (Ap.20:14). De este versículo en Jeremías aprendemos que la muerte física está en la ventana y como ladrón vendrá sin poderla evitar, (Heb.9:27) pero también uno se da cuenta inmediatamente que el corazón no arrepentido de Israel les traería la desgracia física cuando serían llevados cautivos hasta Babilonia en exilio.

En Salmos 137 tenemos en récord las palabras de Jeremías por parte de los Judíos que ya estaban en el exilio. El lloro, los recuerdos de todas las veces que fueron exhortados y advertidos por parte de Dios eran expresados en lágrimas y melancolía. En Jeremías 9 podemos observar el pasado, presente y futuro de la nación de Israel pero también el nuestro. La Muerte para quienes han obedecido la verdad es tan solo una vieja amiga que nos ha seguido de lejos pero ahora nos llevará al hogar eterno.

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