LA AUTORIDAD DE LOS ANCIANOS


LA AUTORIDAD DE LOS ANCIANOS
He tenido la oportunidad estoy seguro, de referirme a este tema anteriormente, sin embargo deseo hacerlo en esta ocasión de una manera especifica, concreta y directa, partiendo de las santas escrituras.  “¡Los ancianos tienen la última palabra en cuestión de opinión!”. Es probable que esta frase pueda ser malinterpretada o incluso sacada de contexto por muchos pero la realidad es que siempre seguirá declarando la misma verdad. Los ancianos tienen la última palabra sólo en asuntos de opinión mientras que en asuntos de fe la Biblia tiene la última palabra. Es muy interesante este tema por la confusión que muchos han creado al rededor de él y los resultados positivos que pueden palparse en la práctica del mismo. En lo que resta de este espacio nos enfocaremos en la autoridad  de los ancianos, sus limitaciones y sus aplicaciones.

 “¡Los ancianos tienen la última palabra en cuestión de opinión!”

“¡Los ancianos tienen la última palabra en cuestión de opinión!”

En primer lugar, deseo referirme al uso de la palabra autoridad. Tal vez usted ha escuchado predicadores decir a la hora de un bautismo: “Por la autoridad que se me es dada como ministro, yo te bautizo…” bien, recientemente escuché a un hermano hacer uso de esta palabra en el mismo sentido cuando dijo: “ Por la autoridad que los hermanos so & so … me han dado”…  no puedo dudar de la sinceridad de tales hermanos ni tampoco emitir un juicio en contra de ellos por tales expresiones sin embargo es demasiado difícil reconciliar la idea de tener la autoridad con las palabras del Señor cuando dijo: “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra por tanto…” (Mt.28:18). Realmente creo que el Señor posee y continúa poseyendo TODA  autoridad en el cielo pero también estimado lector en la tierra. No creo por ninguna razón que el Señor esté compartiendo su autoridad con nadie. El pasaje en Isaias 42:8 contiene una interesante relación al tema, observe: “Yo soy el SEÑOR, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré, ni mi alabanza a imágenes talladas”(LBLA). Hay personas que representan autoridad sin duda alguna pero en el plano espiritual todos somos siervos en la viña del Señor, somos trabajadores suyos y todo lo hacemos debe de ser hecho, ¿por la autoridad que se nos ha sido dada? No lo creo estimado lector; “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús (por la autoridad del Señor Jesús), dando gracias por medio de El a Dios el Padre.”  (Col.3:17 LBLA énfasis HLM agregado). Ni los ancianos, ni predicadores, ni diáconos, ni maestros tiene autoridad pero si usamos, hablamos, y hacemos con la autoridad de Dios.  Un grupo de ancianos sabios siempre considerará al rebaño del Señor por el cual están al cuidado y jamás abusarán de la responsabilidad que Dios les ha encargado. 
Hay tantas y tantas cosas que no nos han sido prescritas en la Biblia y caen en la categoría de opinión, es ahí donde Dios en su infinita sabiduría ha puesto a los ancianos (entre otras responsabilidades) para tomar decisiones y no crear desorden. La Iglesia está en la obligación espiritual de obedecer a estos hermanos (Heb.13:17). ¿Pero si mi opinión es tan buena como la de ellos, entonces cual es la diferencia? Lo bello de esto es que Proverbios aclara que en la multitud de consejeros hay sabiduría (Pr.11:14), por esa razón Dios no ha puesto a un hombre en este cargo a puesto pluralidad (1Pe.5:1). Toma solamente un hombre para proclamar el evangelio, toma varios hombres para tomar decisiones de opinión de una manera sabia. 
En Segundo lugar,  los ancianos sí poseen limitaciones en sus tareas como obispos de la Iglesia. Una de las más obvias es el púlpito. Una de las cualidades de los ancianos en-listadas en  1 Tim 3 es precisamente que sea maestro y que esté en la capacidad de enseñar. Siempre me ha llamado la atención esta cualidad ya que este es el trabajo especifico del evangelista local, sin embargo alcanzo a comprender de que los ancianos deben de poseer ese conocimiento y tener esa habilidad ( no nada más para cuando falte el predicador) sino para que haya una armonía entre evangelista local y los obispos. En los pocos años que este autor tiene de predicar el evangelio ha comprendido que no existe nadie mejor en el mundo que comprenda a un predicador, que otro predicador, es claro que Dios desea que ancianos y predicador trabajen juntos, que se puedan entender y que se puedan comunicar muy bien. Ningún grupo de ancianos puede interferir de una manera directa en el púlpito, esta es una de las mayores limitaciones que rodean a los ancianos. Pablo exhorta a Timoteo a “predicar la palabra a tiempo y fuera de tiempo…” (2Tim 4:2) también él mismo afirma que no había rehuido de predicar todo el consejo de Dios (He.20:27), sinceramente creo que cada predicador dará cuantas a Dios si predicó todo el consejo o si solamente los sermones que los hermanos les gustaba. Estamos de acuerdo en que hay momentos en que no se debe predicar sobre ciertos temas pero lo que no estamos de acuerdo es no predicar del todo sobre ciertos temas. Como pastores el deber de ellos es apacentar la grey de Dios y es ahí donde debe de haber comunicación con él púlpito, como equipo y no como jefes, y me temo que esta linea es la que más se ve forzada en la mayoría de las veces y el predicar local termina saliendo de la congregación para trabajar en otro lado o los ancianos terminan despidiéndolo. Solamente pregunte usted a cualquier predicador de los Estados Unidos ¿cuantas veces ha tenido que salir de una congregación para ir a trabajar a otra, o cuantas veces ha sido “fire” (despedido) para que vaya a otro lugar? La respuesta sin duda le sorprenderá. Los evangelistas locales también somos parte del gobierno de Dios, al igual que los ancianos, diáconos y maestros para la Iglesia en la actualidad. ¡Dios nos ayude a aprender a vernos como equipo y no de patrón a empleado o viceversa, porque un día daremos cuenta por ello!
En tercer lugar, deseo referirme a las aplicaciones de las responsabilidades de los ancianos. Algunas de estas incluyen por supuesto al predicador local, a los diáconos y a los maestros, pero sin lugar a dudas su trabajo principal es la de cuidar del rebaño (He.20:28) proteger y pelear contra los falsos maestros que intenten devorar ese grupo de ovejas del Señor (He.20:29). Más específicamente con nuestro tema una de las aplicaciones del rol de los ancianos es ejecutar la disciplina de miembros rebeldes. Una vez más ancianos y predicador deberán trabajar juntos, para primero echar a andar la disciplina preventiva  desde el púlpito luego la correctiva y por ultima ejercitar su rol como pastores de la Iglesia y disciplinar a miembros que anden desordenadamente. En ausencia de pastores ¿a quién le corresponde este actuar? Es mi convicción que esta responsabilidad recae en el predicador local junto con la congregación partiendo de Tito 1:5, la responsabilidad de corregir lo deficiente está en sus hombros, no, de ninguna manera en un grupo de varones y mucho menos en un unos cuantos de esos varones, estimado lector no existe autoridad de parte de Dios para que ellos tomen ese rol. Los ancianos en su ejercicio como Pastores deberán siempre considerar las necesidades de la congregación y deberán buscar la manera de tomar decisiones basados en primer lugar en la palabra de Dios  (para aquellos asuntos que están bien claros en ellas de como proceder) pero también considerando la opinión de la congregación en asuntos básicos de opinión (1Pe.5:1-6). En mi estimación personal, esta tarea es extremadamente difícil ya que en la toma de desiciones siempre se herirán susceptibilidades y nuestras cabezas siempre “estarán listas para rodar” para algunos. Dios bendiga cada grupo de ancianos que en la aplicación de su rol se esfuerzan en hacerlo con doctrina y con amor, Dios bendiga a cada grupo de estos hombres quienes siempre en la toma de decisiones su prioridad es la Iglesia del Señor, su bienestar y su progreso. Toda la autoridad pertenece al Señor nosotros todos cualquiera que sea nuestro trabajo en su obra somos siervos simplemente y colegas de trabajo nada más. Me impresiona la manera en como un ángel le responde a Juan y es mi deseo que como ancianos, maestros, diáconos, evangelistas y miembros podamos aprender a mencionar las mismas palabras de este ser celestial cuando dijo:  “…«No hagas eso, pues yo soy siervo de Dios, lo mismo que tú y que tus hermanos los profetas y que todos los que hacen caso de lo que está escrito en este libro. Adora a Dios.”  (Ap.22:9 DHH).
This entry was posted in Heiner Montealto and tagged , , , . Bookmark the permalink.

Comments are closed.